En Progreso
BUNRAKU
CHIKAMATSU: 5 Obras Tardías
Por Andrew Gerstle
“El Estanque de los Amantes en la Provincia de Settsu”
Acto 3
-Escena 3
Un poco más tarde en el Estanque de los Amantes
NARRADOR: (cantado) Por las carreteras o por los senderos que atraviesan los campos, corren desesperadamente sin parar, en esta dirección y en aquella, ajenos al camino. Tantos campos, tantas arboledas por las que vagar, tantos caminos que elegir. Tropiezan entre las hierbas y las raíces, retorcidas y enredadas como cuerdas; de repente, (tono alto) se desploman en el suelo, (cadencia) jadeando.
(cantado) Kiyotaki no ha dejado de llorar.
KIYOTANI: (hablado) ¡Oh, eres demasiado cruel Mikinoshin! ¿Por qué te has vuelto de pronto tan frío y distante? (cantado) Yo no tengo la culpa de nuestra caída en el reino de las bestias, y tú tampoco. Estamos predestinados por el karma de vidas pasadas. ¿Cómo puedes querer morir solo? El escándalo de nuestros lazos como amantes no desaparecerá con la muerte. Si la reputación del hermano está manchada, cuánto más la de su hermana. Mi vida está en tus manos. Déjame morir contigo. Una vez que hemos sido amantes, no hay vuelta atrás. (cantado) Seamos perros o gatos, nos casaremos en nuestra próxima vida. ¿En este momento de la muerte necesitamos ser reservados el uno ante el otro?
NARRADOR: (cadencia emotiva) Ella le abraza desesperadamente.
MIKINOSHIN: (hablado) Tienes razón. Siento haber sido una tonta. Si uno muere solo o dos juntos, no limpiará nuestro mancillado nombre. Así que muramos juntos. Me pregunto dónde estamos ahora. (cantado) Creo recordar ese pueblo en la oscuridad. Hay más de una milla hasta el Puesto de Barrera del Bosque Tenjin. (hablado) ¡Mira, mira, las estrellas se reflejan en la hierba! Quiere decir que es un estanque. Justo lo que esperábamos, hemos encontrado agua para poder morir como animales. ¡La guía del cielo! Voy a probar la profundidad.
NARRADOR: Coge una piedra y la lanza al turbio estanque. Su sonido resuena con profundidad.
MIKINOSHIN: Tú entra aquí en el estanque; yo iré allí.
NARRADOR: Empieza a alejarse, pero Kiyotaki le detiene.
KIYOTAKI: (hablado) Sigues diciendo cosas tan odiosas. (cantado) Quiero que vayamos juntos de la mano al estanque para beber de la misma agua.
NARRADOR: Ella suplica con lágrimas.
MIKINOSHIN: Siento haberte hecho daño. Tienes razón, por supuesto. (hablado) Yo también quería que muriéramos juntos, pero cuando estemos completamente muertos, nuestros cuerpos flotarán en la superficie. Si estamos separados, entonces la gente pensará que habíamos sentido la vergüenza y al menos morimos como samuráis, aunque nos hubiéramos convertido en amantes ignorantes de nuestro pasado. Sería una disculpa a padre y madre, un gesto al mundo. (cantado) No podemos escribir en el agua, pero si mostramos nuestros verdaderos corazones, el estanque será nuestro testamento. (hablado) Mi kimono lleva el escudo de mi familia. El tuyo te lo dio Su Alteza con su escudo. Ninguno de los dos es adecuado para vestir los cuerpos de bestias muertas, ¿no te parece?
KIYOTAKI: Sí, por supuesto. Vamos a quitárnoslos.
NARRADOR: Se aflojan las fajas exteriores y se quitan los kimonos, y se abrazan aún más fuerte. Recuerdan el poema: «Juntos nos arrojamos al Estanque de los Amantes», no al que está lejos, en Kioto, sino al Estanque de los Amantes, aquí, en la provincia de Settsu. Cuelgan sus túnicas en la rama de un árbol junto a la orilla.
MIKINOSHIN: El oeste está por allí.
NARRADOR: Señala a los campos a través del camino (hablado) y ve faroles parpadenates, gente corriendo, y luego oye la voz de su madre.
MIKINOSHIN: Allí, entre los pinos, ¿no es Bunjibei?
NARRADOR: Oyen gritos llamándoles.
MIKINOSHIN: (cantado) ¡Oh Dios mío! Si no morimos ahora, se añadirá vergüenza sobre vergüenza.
NARRADOR: Se deslizan entre algunas cañas gruesas para ocultarse, a la espera de la oportunidad de morir. (cadencia) No queda mucho que esperar.
(cantado) Farol en una mano y guiando a Su Alteza con la otra, Bunjibei los lleva a los tres al lugar.
BUNJIBEI: (hablado) Sólo han estado fuera un rato, pero si ya no están en la zona, ahora nunca los encontraremos. Ambos, hermano mayor y hermana menor, son de carácter fino y recto. Deben haber quedado devastados al enterarse de que se habían avergonzado cometiendo incesto como bestias sin saberlo. Seguramente están abrumados por la desesperación. Dejando el hogar, deben estar decididos a no vivir más. Lleva a Su Alteza y al joven príncipe de vuelta a casa. Qué pena que los hayamos perdido.
NARRADOR: Él llora, pero su esposa replica.
ESPOSA: (cantado) No hables tan desesperadamente. No te rindas tan fácilmente. (hablado) Comprobaremos todos los caminos a la capital y no perderemos la esperanza todavía.
BUNJIBEI: Sí, tienes razón. Hasta que no encontremos un cuerpo, no desesperaremos. (cantado) Por aquí. Vámonos.
NARRADOR: Siguen caminando, pero a la luz ven un kimono rojo.
BUNJIBEI: Mira aquí, en la luz. (cantado) Una señal de la pareja. ¡Oh, no! ¡La túnica de Kiyotaki está colgada en este árbol!
ESPOSA: (hablado) En este árbol cuelga el kimono de Mikinoshin.
BUNJIBEI: (cantado) Entonces no hay duda de que la pareja se ha arrojado al estanque. Deben haber sentido que sólo en la muerte podrían encontrar la liberación. ¡Esto es horrible! Los he hecho morir sin razón. (tono más alto) Si tan sólo flotaran a la superficie, al menos podríamos ver sus caras.
NARRADOR: Su Alteza, también, es superada por el dolor. Todos buscan alrededor de los bordes del estanque, y finalmente se derrumban entre las hierbas, lamentándose en voz alta.
MIKINOSHIN: Qué pena que ni siquiera podamos cumplir nuestro deber con nuestros padres. Qué horror que sean entonces los hijos, quienes les causen tanto dolor.
NARRADOR: Arrepentidos de su pecado de negligencia, lloran de nuevo. Más avergonzados que nunca de seguir viviendo, se esconden más profundamente en los juncos. (cadencia) Lágrimas tan llenas como la marea creciente.
(cantado) Bunjibei se derrumba entre lágrimas, más allá de la desesperación. Mira hacia el estanque y grita.
BUNJIBEI: (hablado) Llegamos una hora tarde, qué horror. Aunque Mikinoshin no fuera samurái, es un hombre recto y se suicidaría haciéndose el harakiri o con una espada en la garganta. Hasta un sirviente sabe cortarse el cuello. ¡Qué horrible! Puedo imaginar lo que sintió al final, ahogándose en el agua turbia. (hablado) Desde que cayó inesperadamente en el reino de las bestias, debe haber tenido miedo de usar sus espadas, miedo de ensuciarlas. Incluso temían avergonzarnos y por eso dejaron sus túnicas debido a las crestas que los identificaban. ¡Tan sensibles a nuestros sentimientos, tan cariñoso! Eso es lo que te convierte en un verdadero humano, en un verdadero samurái. El padre no es rival para su hijo. Él confió noblemente a Su Alteza y al joven príncipe a mi cuidado antes de morir, pensando que yo era digno de la tarea. ¡Qué desperdicio! Mi negligencia mató a un verdadero samurai. Esposa, nuestra hija también tenía un corazón puro. Una flor en plena floración, ella también sintió tanta vergüenza, (tono más alto) su cuerpo ahora entre las malas hierbas en el fondo del estanque.
NARRADOR: Los padres se abrazan y lloran en voz alta. Su Alteza llama.
LADY YOSHITERU: Un samurai, uno entre cien, mil, y Kiyotaki aún más leal que un hombre. Qué pena que se haya ido, qué desdicha para el futuro del joven príncipe.
NARRADOR: La pareja, oculta sólo por una fina pantalla de juncos, se compadece de Su Alteza en agonía (cadencia) y llora con sus padres tan cerca.
(cantado) Bunjibei controla sus lágrimas.
BUNJIBEI: Una flor tiene su fragancia, la luna su brillo. Un samurai tiene su linaje. Escuchenme, espíritus bajo el agua. Su Alteza, también, escuche atentamente. (hablado) Mikinoshin y Kiyotaki son, de hecho, hijos de padres diferentes. Como no tienen parentesco alguno, nada impide su matrimonio, no han roto ningún tabú. No fue adoptado, ni lo encontramos como expósito. El karma que nos llevó a ser padre e hijo, es una historia compleja que he ocultado demasiado tiempo. (cantado) Dejé pasar las horas, luego los días, y olvidé mi deber más importante. Mis remordimientos deben enfrentarse ahora a esta tragedia. Borracho en el fango del mundo del placer, estoy muy por debajo de las bestias de cuatro patas. (hablado) Como pequeños peces hambrientos en los surcos poco profundos donde se acumulan los charcos de lluvia, luché por sobrevivir.
NARRADOR: (cadencia emotiva) Rompe en un torrente de lágrimas. (cantado) Mikinoshin se sobresalta de nuevo.
MIKINOSHIN: Entonces le debo aún más por su amoroso cuidado.
NARRADOR: (cadencia) Cruza las manos, dando las gracias mientras escucha.
BUNJIBEI: (hablado) Ahora que se han ido, es inútil contarlo. Su verdadero padre era Komagata Ichikaku Kanetsuna, que estaba conmigo al servicio del Señor Ōuchi Yoshitaka, gobernador de Suwō. Su padre era un samurai de cierta fama. Su madre murió sólo una semana después de su nacimiento. Poco después, Ichikaku se casó con la que ahora es mi esposa, que sólo tenía diecisiete años, diciendo que el niño necesitaba los cuidados de una madre. En el momento en que se anunció su matrimonio, Ōuchi estaba en la cima de su gloria. (cantado) Se fomentaba el go, el ajedrez shōgi, la ceremonia del té, el fútbol cortesano, la poesía waka y los versos enlazados. Ichikaku nació con talento. Fue discípulo de la escuela Hananomoto de versos enlazados. Él estaba regresando a casa de una reunión de versos enlazados en Asakura, en el Santuario de Hachiman. (hablado) Era pleno verano, una noche oscura y lluviosa, a su derecha había una hilera de árboles, a su izquierda un arroyo. El farol de su asistente se apagó con la lluvia. No podía ver a su alrededor, y un tipo que le guardaba rencor le cortó el paso por detrás sin mediar palabra. Ichikaku, aunque conocido como un hábil espadachín, debía de estar pensando en un verso. No le dio tiempo a desenvainar, recibió un solo golpe y murió en el acto. Ya han pasado veintidós años, (cantado) tan rápidamente (cadencia) como un potro en plena huída.
(cantado) Su pobre esposa, que aún no había cumplido los veinte, se encontraba en una situación desesperada, con el niño en brazos. Sentí que no podía ignorar nuestra amistad, así que le pregunté si podía buscar al asesino y ayudar al niño a vengar a su padre cuando cumpliera los quince. (hablado) Entonces, con la promesa de buscar venganza, nos casamos y dejamos la hacienda, y me convertí en ronin. (cantado) Atados por esta promesa, tuvimos a Kiyotaki, pero llevados por el deber hacia su hermano mayor, arrojamos a la inocente niña a su suerte para criar a Mikinoshin. Su madre estaba dispuesta a renunciar a su propia hija para cumplir con su deber hacia Ichikaku, cuyo espíritu vengativo sufría en el Reino de Ashura de las Batallas Interminables. Mantuvimos nuestro objetivo en nuestros corazones día y noche durante años (hablado) hasta que Lord Fujitaka invitó a Mikinoshin a su servicio, una llamada que no pudimos rechazar. Sirvió bien desde su decimotercer año, disfrutando de un favor especial de Su Señoría. Ascendió y ascendió en el escalafón hasta convertirse en un súbdito de confianza. Observando desde lejos, pospusimos la venganza durante un mes, luego un año, sin olvidar nunca el plan, pero nos perdimos en la búsqueda de la gloria samurái. Nos dijimos a nosotros mismos que nuestra venganza podría tener lugar en cualquier momento. Le dejaríamos subir más alto, realizar su potencial y convertirse en un Señor por derecho propio. (cantado) Ahora mira lo que hemos hecho. Lamentable. (tono alto) Él es tan sólo el Señor de un pequeño y turbio estanque. Yo soy como el zorro astuto atrapado por el delicioso olor del cebo para ratones. Sólo podía pensar en el éxito de mi hijo como samurái. He fallado en cumplir mi voto, mi deber como un verdadero samurai. Este zorro con piel humana verá su fin en este estanque. (hablado) Esposa, eres un verdadero ser humano. Mira mi muerte y alégrate de que el enemigo de tu antiguo marido haya sido vengado. (cantado) Permanece leal a Su Alteza y al príncipe. Confíalo a su tío, el señor Yoshiaki, ahora sacerdote en Nara, y espera a que aumente su fortuna.
NARRADOR: Sale corriendo hacia el agua, pero su esposa se aferra a él.
ESPOSA: ¿Te has vuelto loco? ¡Qué horror!
NARRADOR: Desde los juncos se oye una voz.
MIKINOSHIN: (hablado) No, eso sería un desperdicio. ¡Alto, espera!
NARRADOR: (cantado) Salen corriendo de entre los juncos.
BUNJIBEI: ¡Qué, entonces sigues vivo, magnífico! ¡Verdaderamente un regreso del mundo subterraneo!
NARRADOR: Su madre y Su Alteza, también, se aferran a ellos, (cadencia) derramando lágrimas de alegría.
(cantado) Mikinoshin se pone de rodillas, con la cabeza baja, aún llorando.
MIKINOSHIN: Estábamos tan avergonzados por no haber llevado a cabo el suicidio. Y luego les causamos tanto dolor al no presentarnos. Nos sentimos fatal por el dolor que hemos causado a nuestros queridos padres, a quienes es nuestro deber cuidar. (hablado) He sido bendecido con cuatro padres y aún estoy conmocionado por las revelaciones, pero a ustedes dos les debo más gratitud y amor que a mis propios antepasados, una deuda mayor que la del mítico gigante del monte Shumi en la India. Cumpliré mi deber hacia ustedes asumiendo su promesa de vengar la muerte de mi padre. (cantado) No será difícil llevarlo a cabo sin más demora. Podré cumplir su plan y ofrecer un memorial en la tumba de mi padre. Partiré de inmediato. (hablado) Madre, aunque el villano ya se haya cambiado el nombre, dime su verdadero nombre o cómo se llamaba, dónde vive, algo que me dé una pista. (cantado) Aunque sólo sea un rumor, dime todo lo que sepas.
NARRADOR: El fuego de la juventud se enciende. Su madre rompe a llorar.
ESPOSA: Tonto, hablas sin pensar en lo que dices. Si supiera el nombre del culpable, ¿tendría ahora un segundo marido y aún así no habría cometido el acto? Habría puesto una pequeña espada en tus pequeños dedos, no habría necesitado pedir ayuda a otros. (hablado) Es porque no tenía ni idea de nada que he causado tantos problemas a Bunjibei.
(cantado) Durante más de veinte largos años, (cadencia) como prometió, (cantado) te educó hasta la edad adulta y al mismo tiempo siguió buscando al criminal. Le debemos tanto. Ahora te toca a ti tomar la iniciativa y vengar el crimen y pagar a tus dos padres. (tono más alto) Quien tiene dos padres debe servir a ambos. Me hace sentir mal que tengas que asumir esta odiosa tarea.
NARRADOR: (cadencia emotiva) Rompe a llorar de nuevo.
BUNJIBEI: (hablado) ¡Esposa, deja de llorar, alégrate! Sé quién es el asesino, su nombre y su casa.
ESPOSA: Entonces, ¿quién y dónde está?
BUNJIBEI: El hombre que mató a Komagata Ichikaku era un hombre de esta zona y de este pueblo, nada menos que Reizei Bunjibei Nagafusa.
ESPOSA: ¿Qué... qué?
NARRADOR: (cantado) Es todo lo que ella puede pronunciar mientras se endereza. Su Alteza parece a punto de desmayarse. Mikinoshin está atónito. Kiyotaki habla solo.
KIYOTAKI: ¡Nadie debe atacar a padre!
NARRADOR: Ella busca los ojos de Mikinoshin para medir su sentimiento. Todos permanecen conmocionados, (cadencia) cada rostro alterado, mostrando confusión.
(cantado) Tan solo Bunjibei no cambia.
BUNJIBEI: (hablado) A estas alturas, mis palabras pueden parecer inútiles, pero dejadme hablar. No maté a Ichikaku en una pelea ni por odio. La razón la tiene mi esposa. Se hablaba de ella por todas partes como de una belleza agraciada, con elegancia y encanto. Yo tenía veintitrés años y estaba soltero. Esperaba que una oca llevara mi mensaje, pero sólo podía arder de frustración, incapaz de conseguir hablar con ella. Afortunadamente, Ichikaku conocía a mi esposa. Decidí pedirle a él que interviniera y preparé una carta, llevándola en mi bolsillo cuando fui a verle. Pero antes de que pudiera hablar, Ichikaku dijo, (hablado) «Si no tuviera ya una esposa, haría a esa mujer mía». Como su expresión de amor precedió a la mía (cantada), volví a casa destrozado. Cuántas veces escribí cartas, sólo para desecharlas, miles de mensajes. Cada vez estaba más desesperado, con el pecho ahogado por los sentimientos. (hablado) Entonces la mujer de Ichikaku murió al dar a luz. Aún de luto, le propuso matrimonio y la convirtió en su mujer. Yo estaba furioso y celoso. No pude soportarlo más y le maté sin piedad, convirtiendo a la mujer de mis deseos en mi esposa. (cantado) Pero reflexionando ahora, éramos marido y mujer que dormíamos con una espada entre nosotros. Ella no sabía nada de esto y, confiando en mí, llegó a amarme. ¡Qué lamentable! Las primeras pasiones se convirtieron en una agonía cien veces más fuerte. Mi corazón ha contenido esto durante veinte años, y ahora ha llegado el momento. Mikinoshin me matará, y la turbia niebla se despejará. Te he hecho esperar demasiado para esta confesión única en la vida.
(hablado) ¡Bien, Mikinoshin, mátame! Kiyotaki, no intentes detenerle ni salvarme. Si levantas un dedo, no eres mi hija. Anticipando este momento, esa fue la razón por la que fuiste abandonada de bebé. Bueno, ¿no vas a atacar, Mikinoshin? ¿Has perdido los nervios? ¿Demasiado débil de rodillas, demasiado lento?
NARRADOR: A pesar de ser presionado para actuar, (cadencia) Mikinoshin sólo puede hundirse más y llorar.
BUNJIBEI: (hablado) Debes matarme o dejar de ser un samurái.
MIKINOSHIN: Tanto el asesino como su víctima son mis padres. (cantado) Si un samurái debe distinguir entre los deberes debidos a cada padre, entonces ya no soy un samurái.
NARRADOR: Él apresuradamente saca sus dos espadas y las lanza tan lejos como puede. Su madre recoge su espada y la desenvaina.
ESPOSA: (hablado) Bunjibei, ¡siente la ira de la venganza de mi marido!
NARRADOR: (cantado) Ella vuela hacia él y le corta la oreja.
ESPOSA: (hablado) Ahora, la venganza está completa. Conocí a Ichikaku por tan sólo medio año. Llevo contigo casi veintidós años, pero estaba predestinada a nacer hija de un samurái. (cantado) Te he traído tantas dificultades. Piensa en esta mujer (tono alto) como una ingrata, inhumana, como un perro, ¡una bestia!
NARRADOR: (cadencia) Se derrumba en un torrente de lágrimas.
ESPOSA: (cantado) Desdichada tonta que soy. Para vengar su asesinato, profané mi cuerpo una y otra vez amando a mi enemigo. Nuestras almohadas alineadas, (tono más alto) yacíamos desnudos en los brazos del otro. Todo el tiempo creyéndome obediente a mi antiguo marido, ¿he vivido inmoralmente, odiada por los dioses, abandonada por Buda? En el Día del Juicio, ¿qué clase de respuesta engañosa podré dar (cadencia emocional) para escapar a la investigación del Señor Enma? Ni siquiera el ingenio de Puruna puede salvarme.
(cantado) Hija, sé testigo del fin de este animal. ¡No sigas mi camino!
NARRADOR: Se clava la espada en la garganta y se sumerge en el estanque. Todos jadean conmocionados y corren hacia el agua. Bunjibei, se pone en pie tambaleándose.
BUNJIBEI: (hablado) He matado a un hombre para robarle a su mujer. Este cuerpo bestial ha matado cruelmente por su propio placer. (cantado) No lo incineren, tampoco lo entierren. Seré comida para tortugas mordedoras.
NARRADOR: Se sumerge en el Estanque de los Amantes, pero Mikinoshin agarra su brazo izquierdo.
MIKINOSHIN: (hablado) Si tienes que morir, entonces, comete seppuku y déjame ser tu asistente.
NARRADOR: (cantado) Le saca del agua, pero Bunjibei le mira furioso.
BUNJIBEI: (hablado) No necesito tu oferta de ayuda. Tu deber es para con Su Alteza y el príncipe, eso es todo lo que importa para Japón. (cantado) No olviden los dos sus lealtades.
NARRADOR: Saca su espada de debajo del agua y de un golpe se corta su propio brazo; su cuerpo se hunde hasta el fondo, una vida desperdiciada. Pensando en saltar tras ellos, Mikinoshin entra en pánico y corre hacia las aguas poco profundas, con el kimono empapado, pero los cuerpos se pierden entre la maleza flotante.
MIKINOSHIN: ¡Padre, padre, vuelve!
KIYOTAKI: ¡Madre, madre, por favor...!
NARRADOR: Sus gritos se mezclan con el croar de las ranas. Luchan por sacar los cuerpos de sus padres del agua turbia. Tirando y arrastrando, los acercan a la orilla y los calientan con sus propios cuerpos, pero aunque es una cálida noche de primavera, (cadencia) los cuerpos, lamidos por las olas, permanecen rígidos y fríos.
(cantado) Mikinoshin y Kiyotaki abrazan a sus padres y luego se abrazan entre sí. La pena les lleva a cruzar el Río Sanzu de la Muerte, empujándoles a adentrarse en los poco profundos rápidos, pero recuerdan la llamada al deber leal, el último testamento de su padre samurai, más profundo que el turbio pantano. Dejando que sus lágrimas se mezclen con el agua turbia, parten hacia casa. Enemigos durante un breve momento, los padres están ahora casados en la otra vida. Hermanos por poco tiempo, la joven pareja es ahora libre para ser pareja en esta vida. Su historia ha perdurado con el nombre de «Estanque de los Amantes». Las hierbas acuáticas enjoyadas santifican el recuerdo de las almas gemelas de los difuntos. Los juncos y las hierbas florecen a lo largo de la orilla, testigos de esta triste historia que ha llegado hasta nosotros.
Personalidades