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Derechos Reservados  © Mauricio Martinez R..

MÚSICA FOLCLÓRICA: DE LOCAL, A NACIONAL, A GLOBAL
Por David W. Hughes
Publicado originalmente en inglés por ASHGATE


6. Las artes escénicas populares modernas


El término académico minzoku geinō abarca una enorme variedad de tipos de representaciones. Los escenarios también son diversos: ante altares shintoístas, en patios de templos budistas, en arrozales, en escenarios temporales, incluso de puerta en puerta. En 1981 observé en la aldea de Kuryūzawa, en la prefectura de Iwate, el hibuse matsuri, una ceremonia apasionante en la que se bailaba una "danza del león" puerta a puerta para proteger de la ira a las casas recién construidas. Cuatro de los cinco bailarines eran niños, a los que sus padres tuvieron que sobornar para que participaran, en aras de la preservación de la tradición. La "danza del ciervo" (shishi odōri) es de la misma aldea, con los bailarines-tamborileros repartidos de forma atractiva sobre los campos de arroz para una retransmisión televisiva.


Honda Yasuji, a partir de 1960, desarrolló una tipología seguida por la mayoría de los estudiosos (resumida en Thornbury 997: 4f.). Kagura son representaciones en las que se pide a las deidades nativas que concedan prosperidad y larga vida; muchos estilos de esta amplia y diversa categoría presentan historias de la mitología shintoísta. Dengaku, "música de arrozales", abarca actos relacionados con la agricultura del arroz, desde representaciones de todo el ciclo anual para garantizar una buena cosecha, hasta música para el trasplante ritual de plántulas (ejemplo que se puede ver al final de la película Los siete samuráis de Akira Kurosawa). Los Furyū son, en su mayoría, actos a gran escala que se celebran en verano (incluidas las danzas Bon), en los que, de nuevo, se pide o agradece ayuda a los dioses; muchos festivales (matsuri) se centran en ellos. Otros subtipos de la tipología desarrollada por Honda abarcan versiones locales de música clásica, teatro, etcétera. Sin embargo, sus categorías no son herméticas, sobre todo en lo que respecta a los elementos musicales.


La mayoría de los minzoku geinō (artes escénicas folclóricas) emplean algunos de los siguientes instrumentos, aunque los nombres varían localmente: flautas transversales (tipo shinobue, raramente nōkan); varios tambores de baqueta (taiko de diversos tipos, okedō, daibyōshi, etcétera); y platillos (chappa) o gongs de mano (llamados kane, chanchiki, etcétera). El shamisen es poco frecuente y la flauta shakuhachi, más rara. Puede haber otras percusiones, como los badajos binzasara y los rascadores surizasara. En comparación con el min'yō la variedad parece infinita; el conjunto de 36 CD con libro, Fukkoku: Nihon no minzoku ongaku, ofrece ejemplos de todos los tipos. Se pueden utilizar varios de cada tipo de instrumento en una misma interpretación, mientras que en min'yō normalmente sólo se trata así al laúd shamisen.


Como en el min'yō predominan la métrica de 2/4 y 6/8 y la heterofonía; el ritmo libre es mucho menos común. Los modos pentatónicos son habituales, con el ritsu muy presente y el in poco común, excepto donde la influencia urbana es fuerte. Sin embargo, la entonación está mucho menos estandarizada que la del min'yō por no hablar de otras músicas japonesas. Esto se debe en parte a que la mayoría de las flautas folclóricas son de fabricación local, a menudo con agujeros espaciados en forma equidistante. Mientras que los agujeros de los dedos de la flauta shakuhachi también suelen ser equidistantes, los intérpretes suelen ajustar ciertos tonos mediante la embocadura; los flautistas folclóricos no lo hacen. Dado que muchas piezas carecen de voces (a diferencia del min'yō, lo único que importa es que las flautas de un grupo estén aproximadamente afinadas. Especialmente en Kagura, cualquier letra puede ser casi inaudible excepto para los dioses.


Los géneros de minzoku geinō fueron antaño tan cruciales para la vida de la comunidad que su interpretación podía ser obligatoria entre ciertas categorías de personas determinadas por factores como la genealogía, la edad y el sexo. Casi todos los intérpretes eran aficionados, a menudo desinteresados, que practicaban solo durante unas pocas semanas antes del evento, lo que limitaba la probabilidad de obtener grandes logros artísticos. Entre las excepciones se encuentra el sato-kagura de Edo, un género de mascarada de santuario de la zona de Tokio, y su género instrumental relacionado matsuri-bayashi, perpetuado durante mucho tiempo por hábiles grupos semiprofesionales a los que se pagaba por actuar en docenas de santuarios (Fujie 1986; Malm 1975).


Hoy, sin embargo, el significado religioso del minzoku geinō ha sido sustituido en gran medida por su tratamiento como artes folclóricas y turísticas, transmitidas por "sociedades de preservación" y a menudo sostenidas por sistemas nacionales o locales de protección de "tesoros culturales" (bunkazai), además del fomento gubernamental de "la era de las regiones" (chihō no jidai) y furusato-zukuri (§3 anterior), para contrarrestar la sobreurbanización. Algunos grupos locales actúan ahora por interés o prestigio en escenarios lejos de casa (véase Lancashire 998, 2006). Grupos profesionales o semiprofesionales de jóvenes, en su mayoría urbanos, como Warabi-za y Kodō han aprendido minzoku geinō de varias partes de Japón; los residentes de las comunidades de origen, aunque tardíos, suelen lamentar la pérdida de control de sus tesoros locales.


Dadas las presiones rituales y folclóricas hacia el conservadurismo, las innovaciones musicales significativas son escasas. Sin embargo, un nuevo fenómeno importante es la popularidad, especialmente entre los jóvenes, de grandes conjuntos centrados en tambores de baqueta, que desde la década de 1960 han creado una nueva tradición denominada generalmente wadaiko, "tambores japoneses" (véase Alaszewska 2001). El grupo más famoso de este tipo, Kodō, extrajo gran parte de su repertorio inicial de las tradiciones regionales, añadiendo después composiciones propias y de compositores profesionales, a menudo apasionantes con instrumentos no japoneses. En las comunidades de todo Japón, estos conjuntos tratan de conseguir integrantesde los minzoku geinō locales, de los que a menudo toman prestados patrones rítmicos para dar color local y generar orgullo.

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